·
Los elementos preparatorios de la filosofía griega.
1)
Los griegos aprendieron de
los caldeos el uso del cuadrante solar, el gnomón y las doce partes del día. (HERÓDOTO, II, 109).
2)
Así, ya se hallaban
constituidas todas las artes (dirigidas a las necesidades y a la comodidad del
vivir), cuando se descubrieron estas ciencias, que no se aplican al placer ni a
las necesidades de la vida, y aparecieron primeramente en aquellos países, donde
había quienes disfrutaban del ocio y las comodidades suficientes para dedicarse
a las ocupaciones intelectuales. Por eso en
Egipto, antes que en otras partes, se constituyeron las disciplinas
matemáticas, porque allí le estaba concedida a la casta sacerdotal esa
comodidad.
(ARISTÓTELES, Metafísica, I, 1, 981,b).
3)
Un extranjero (bárbaro), fue
el primero en observar estas cosas (astronómicas). Pues un antiguo país nutrió
los primeros observadores de estas cosas que, por la belleza de la estación
estival de la que Egipto y Siria gozan abundantemente, observaban, por decir
así, siempre visibles todas las estrellas, como aquellos que habitaban comarcas
del mundo, siempre alejadas de nubes y lluvias. Y desde allá han llegado (estas
nociones astronómicas) a todas partes, aun aquí (en Grecia), conocidas desde
tiempo extremadamente antiguo e infinito. . . Pero fijemos bien en la memoria
que lo que nosotros, griegos, hemos tomado de los extranjeros (bárbaros), esto
ha sido, al fin, perfeccionado por nosotros. (Epinomis platónico: escrito probablemente, por
FILIPO de Opunte, 987a, 987e).
4)
¡Oh Solón, Solón!, vosotros,
griegos, sois siempre niños. . . No poseéis aún ciencia que, por efectos del
tiempo, haya llegado a ser antigua. . . En cambio, en este país (Egipto) . . .
lo que es transmitido, se considera que sea lo más antiguo que exista (PLATÓN, Timeo, 22b., 23).
Como ha escrito un autorizado
orientalista contemporáneo (G. FURLANI, Il poema della creazione: Enuma Elis,
Bologna, 1934, p. 19), "en los últimos decenios se ha comenzado a
comprender que todo el Oriente antiguo, ha poseído siempre una civilización
discretamente uniforme, formada de innumerables y complicadísimos contactos,
intensos y continuos, entre sus seis o siete civilizaciones, de la elamítica a
la egipcia, de las micrasiáticas a la súmera".
5)
Cuando (todavía) por encima
no estaba nombrado el cielo; por debajo la (tierra) firme no tenía (todavía) un
nombre, el Apsu primero su generador, Mummu y Tiamat, la generadora de todas
ellas —, se mezclaban sus aguas entre sí — (todavía) no se habían construido
mansiones para los Dioses, y la estepa no era visible aún, — cuando (todavía)
no había sido creado ninguno de los dioses, — y ellos no tenían (aún) un nombre
y los destinos no habían sido asignados a ninguno de ellos, — fueron procreados
los dioses en medio de ellos. . . (Enuma Elis, poema babilonio de la creación: exordio).
Al principio era Nun, masa líquida primordial, en cuyas infinitas
profundidades flotaban confusos los gérmenes de todas las cosas. Cuando comenzó a brillar el
Sol, la Tierra fue allanada y las aguas separadas en dos masas diferentes: una
engendró los ríos y el Océano: la otra, suspendida en el aire, formó la bóveda
del cielo, las aguas de lo alto, en las cuales, astros y dioses, transportados
por una corriente eterna, se pusieron a navegar (MÁSPERO, Hist. anc. des
peuples de l'Orient, 27, resumiendo
antiguos papiros egipcios).
En el gran año cósmico, que
es el período en el cual se cumple el eterno retorno de las vueltas cósmicas,
el verano corresponde a la época de la conflagración, y la del diluvio
universal, a su invierno. Beroso,
sacerdote caldeo del siglo III a. de C., eco de antiguas tradiciones de
Babilonia, lo calculaba en 432.000 años (Cfr. Fragm. historic, graec., frag. 4
de Beroso), pero los autores griegos lo calculaban entre los 10 y los 30 mil
años, a lo sumo.
·
Elementos preparatorios de la
reflexión religiosa y moral de los griegos.
6)
Precisamente, es
característico del filósofo este estado de ánimo: el de la maravilla, pues el principio de la filosofía no es otro, y aquél
que ha dicho que Iris (la filosofía) es hija de Thaumante (la maravilla), no ha
establecido mal la genealogía (PLATÓN, Teeteto, 155 d).
7)
En efecto, la maravilla ha
sido siempre, antes como ahora, la causa por la cual los hombres comenzaron a
filosofar. Al principio se encontraron sorprendidos por las dificultades más
comunes; después, avanzando poco a poco, plantearon problemas cada vez más
importantes, tales, por ejemplo, como aquellos que giraban en torno a los
fenómenos de la luna, del sol o de los astros, y finalmente los concernientes a
la génesis del Universo. Quien percibe una dificultad y se admira, reconoce su
propia ignorancia. Y por ello, desde cierto punto de vista, también el amante
del mito es filósofo, ya que el mito se compone de maravillas (ARISTÓTELES, Metafísica, I,
2, 982b).
8)
Pudiera sospecharse que el
primero en buscar un principio de este género (es decir, una causa de la que
derive el movimiento de los seres), haya sido Hesíodo o cualquier otro, si
(antes que él) colocó, en los seres, como principio, el Amor (Eros) o el Deseo,
como Parménides lo hizo después. Ya que, también éste reconstruyendo la génesis
del universo, dice: "Como el primero entre todos los dioses, ella (la
divinidad que rige el universo) creó a Eros". Y Hesíodo: "El primero
entre todos los dioses fue el Caos, después la Tierra de amplio seno, y Eros,
que sobresale entre todos los inmortales" — expresando la necesidad, en
los seres, de una causa que mueva y una las cosas ( ARIST. Metaf., I, 4, 984).
"Me parece que cada uno de ellos (los filósofos que quieren
definir cuáles y cuántas son las cosas) nos relata una especie de mito, como si
fuésemos niños: uno, que los seres son tres, y que algunas veces, se combaten
entre sí, y otras, habiendo entablado amistad, nos hacen asistir a sus bodas,
nacimientos y educación de la prole. Otro, diciendo que son dos (húmedo y seco
o calor y frío), los une y los desposa. La estirpe de los eleatas, entre
nosotros, que comienza desde Jenófanes, o quizá antes, nos relata sus mitos,
como si lo que se llama "todas las cosas", fuese una sola cosa.
Ciertas musas jónicas (Heráclito) después, y algunas sicilianas posteriores a
ellas (Empédocles), concuerdan en pensar que ofrece mayor seguridad entrelazar
distintos mitos entre si, y decir que ¿ser es múltiple y uno, y que es
mantenido unido por el odio y el amor" (Sofista, 242c).
a) los orígenes: el ser
primordial (Caos), la fuerza motora y generadora (Eros), y las sucesiones de
las generaciones. —
10). "Decidme, ¡oh Musas de las moradas olímpicas!, cuál de
los dioses fue el primero. Antes que todas las cosas, fue el Caos, y después la Tierra (Gea) de amplio seno, asiento siempre sólido de todos los
Inmortales que habitan las cumbres del nevado Olimpo, y el Tártaro tenebroso
enclavado en las profundidades de la Tierra espaciosa, y Eros, el más hermoso entre los Dioses Inmortales, que libra de
todas las preocupaciones y subyuga en el ánimo de todos los Dioses y todos los
hombres la mente y el consejo prudente. Y del Caos nacieron Erebo y la negra
Noche (Nix); y de la Noche nacieron el Éter y el Día (Hémera), pues los
concibió al unirse con Erebo. Y primero engrendró la Tierra al Cielo estrellado
(Urano), similar a ella en grandeza, para que todo lo cubriese y fuese segura
morada para los Dioses dichosos. Y engendró después los grandes Montes,
agradables moradas de los Dioses y de las Ninfas, que habitan las montañas
llenas de valles. Concibió después a Ponto, el mar indomable y estéril, que al
hincharse bate furioso, pero sin (el concurso) de amoroso abrazo. (Teogonía, 113 y
siguientes).
* Los primeros problemas
relativos al universo.
El problema de los orígenes
cósmicos en HOMERO.
— Océano generador de los
dioses, y Tetis madre (litada, XIV, 201 y 302).
11)"Hay
algunos que creen que, también los más antiguos, que vivieron mucho tiempo
antes de la generación presente, los primeros en tratar sobre los dioses, han
pensado de la misma manera (que Tales) respecto a la naturaleza, ya que
hicieron de Océano y Tetis los progenitores de la generación, y hacían jurar a
los dioses por el agua, llamada por sus poetas "Estigia",
considerándola la cosa más venerable, o sea más antigua de todas". (Metafísica, I, 983, b).
Problemas del cosmos en
HESÍODO: la Tierra, el Cielo, el Tártaro.
12) "Tan lejos como se halla el Cielo de la
Tierra, así está el Tártaro nebuloso separado de ella. Pues, precipitando un
bólido de bronce desde el cielo, rodando nueve noches y nueves días, llegaría a
la tierra en el décimo día, y, a su vez, precipitando desde la tierra un bólido
de bronce, después de rodar nueve noches y nueve días, llegaría al Tártaro el
décimo día. Un recinto de bronce lo rodea, y a su alrededor, la noche muestra
su triple faja de sombras en la entrada, y por encima están las raíces de la
tierra y del mar inmenso" (Teogonía, 720 y ss.).
La persistencia del Caos en
los confines, como continente del cosmos: las tempestades del Caos, preparación
de la idea del ciclo de formaciones y disoluciones de los cosmos. Y allí, más
allá de todas las cosas, se hallan las fuentes y los límites de la Tierra
oscura, y del Tártaro nebuloso y del mar infinito y del cielo estrellado;
fuentes y límites terribles, tenebrosos, que los Dioses odian: es el gran
Abismo (casma) ; y ni aún bastaría todo un período astronómico, para que las
cosas llegaran a tocar su fondo, después de haber traspuesto sus puertas al
principio, sino que serían llevadas de acá para allá por horribles tempestades;
prodigio espantoso también para los Dioses inmortales; y allá, cubierta de
profundas nubes, se hallan las terribles moradas de la Noche tenebrosa.
(Teogonía, 736 y ss.).
Los ÓRFICOS:
Los primeros seres divinos, la Noche, la función cósmica de Eros y
las generaciones divinas.
13)En el principio, sólo existían el Caos y la Noche, el negro Erebo
y el profundo Tártaro, pero todavía no habían nacido la Tierra, ni el aire, ni
el cielo. Y la noche, en los infinitos rincones de Erebo, engendró el primero
de entre todos los Huevos de negras alas, y de este huevo, fecundado por los
vientos, nació, en el cumplimiento del tiempo, Eros, el codiciado dios, de
esplendente dorso de áureas alas, semejante a los torbellinos rápidos como el
viento. Y unido en el amplio Tártaro, con el Caos de alas tenebrosas, incubó y
dió a luz la primera generación de los inmortales. No existían (otros) Dioses,
antes de que Eros mezclase todas las cosas. Pero, al mezclarlas, nació Urano
(cielo), Océano, Gea (tierra) y toda la estirpe inmortal de los bienaventurados
(ARISTÓFANES,
Aves, 693 y ss., en KERN, Orphicorum fragmenta, frag, 1).
Las seis generaciones son
precedidas por los seres inengendrados: Caos, Noche, Erebo y Tártaro; las
generaciones están iniciadas por la Noche, al parir el Huevo cosmogónico de
cuya fecundación nace Eros; y a esta primera generación le siguen otras cinco,
indicadas por Platón, que omite especificar la última. Entonces tenemos: cuatro
principios inengendrados, de los cuales uno (la Noche) se convirtió en
generador de una generación inicial asexuada; un segundo (el Caos), concurrió
con Eros a la primera generación sexuada y los otros dos funcionan como asiento
de las generaciones y de los acoplamientos. Sucesivamente se presenta la
siguiente serie de las generaciones: 1) Huevo-Eros; 2) Urano y Gea; 3) Océano y
Tetis; 4) Cronos, Rea y los hermanos; 5) Zeus, Era y hermanos; 6) Dionysos, con
el cual "se interrumpe el orden del canto".
Así, a través de estos datos
y aclaraciones, se comprenden en su verdadero significado los distintos
testimonios que atribuyen a los Órficos el haber colocado a la Noche como
principio originario.
14)"Como dicen los teólogos, que hacen engendrar todo de la
Noche” (ARISTÓTELES, Metaf; 1071 b). "La teología, reproducida por el
peripatético Eudemo como obra de Orfeo. . . establece el comienzo por la
Noche" (DAMASCIO, De primis principiis 124). "¡Oh madre!, nutriz,
suprema entre los Dioses, Noche inmortal, ¿cómo, dime, cómo debo establecer el
principio magnánimo de los Inmortales?" (Versos órficos, en PROCLO, in Tim. B., pr.;
frag. 164 en KERN, Orphic, frg.).
Pero también se puede
explicar por qué algún otro testimonio cae en el error de suponer, como primer
principio, según los Órficos, el Caos:
15)"Según Orfeo, primero nació el Caos, después el Océano, en
tercer lugar la Noche, en cuarto término el Cielo, y luego Zeus, rey de los
inmortales". (ALEJANDRO DE AFRODISIA, IN Metaphys. 1091; frag. 107, en KERN,
op. cit.).
Teogonías de Jerónimo y
Helánico: las materias primordiales:
Cronos y Ananke.
16) "La teogonía referida por Jerónimo y Helánico. . . narra
de la siguiente manera: en el comienzo, existían sólo el agua y el fango
(materia limosa), que se endureció, formando la tierra. . . De estos dos
principios fue engendrado después un tercero (un dragón) . . . llamado Cronos,
que no envejece, y Heracles; a él se agrega Ananke (Necesidad) que tiene la
misma naturaleza de Adrástea incorpórea (otra personificación de la Necesidad),
difundida por todo el cosmos, hasta alcanzar los límites de él. . . Cronos. . .
engendró una triple progenie: el Éter húmedo, el Caos infinito y el Erebo
nebuloso. . . Pero Cronos engendró en éstos un huevo. . . Y esta teología
celebra el Protógonos (Primogénito) y llama a Zeus el ordenador de todas las
cosas".
(DAMASCIO, De prim. princ., 123).
Teogonía rapsódica: el Tiempo
generador de los seres: "En estas rapsodias órficas que se nos han
transmitido, hay una teología en torno a lo inteligible (al que también
interpretan los filósofos), colocando, en lugar del único principio de todas
las cosas, el Tiempo; en lugar de los dos, el Éter y el Caos, e imaginando,
simplemente, en lugar del ser, el Huevo (cosmogónico) y fabricando primero esta
tríada" (DAMASCIO, loc. cit.; frag. 60, en KERN, Orphic, frg.).
"Orfeo llama al Tiempo el primero de todos" (PROCLO, in Parmen., 23).
"Orfeo llama al Tiempo la primera causa de todas las cosas (PROCLO, in
Crat., 69; fr. 58, en KERN). "El teólogo (Orfeo) hace engendrar por Cronos
el Éter y el Caos" (PROCLO, in Crat. 64).
"Después de la única
causa de los Dioses, que Orfeo celebra en Cronos, dice haberse producido el
Éter y el Abismo monstruoso" (SIMPLICIO, Física, 528).
"Este Cronos inmortal,
del consejo eterno, engendró el Éter y un torbellino inmensamente grande por
cada lado; ningún límite había abajo, ni fondo, ni sostén alguno" (Versos
órficos, en PROCLO, in Rempubl., II, 138, 8).
17) "Después
el gran Cronos engendró en el Éter divino un huevo brillante como plata"
(Versos órficos, en DAMASCIO, op. cit. 55). "Y Cronos, de la inmensidad de
su seno, engendró así a Éter y Eros célebre, de doble naturaleza, que mira
hacia todas las direcciones, padre ilustre de la Noche eterna. . . Y Cronos
produjo, por propia generación, el fuego, el aire y el agua" (frag.
37, en KERN).
18) la unidad divina: unidad
del principio y unidad del todo (panteísmo). — Dios, como quiere también el
antiguo Discurso, tiene en sus manos el principio, el medio y el fin de todo lo
que existe, y procede rectamente según su naturaleza, moviéndose por todo el
universo (PLATÓN, Leyes, 715 e).
Zeus es el principio, Zeus el medio y de Zeus se derivan todas las
cosas. (Antiguo himno órfico, citado en el seudo-aristotélico De mundo, y
repetidamente por los neoplatónicos). Zeus es el principio, Zeus es el medio,
todo se halla compuesto por Zeus; Zeus es raíz de la tierra y del cielo
estrellado
(frags. 21 y 21a, en KERN).
Zeus es el Éter, Zeus la tierra, Zeus el cielo, Zeus es el todo, y
todo lo que existe más allá de esto (ESQUILO, fr. 70, Nauck, en KERN, 21 a).
Uno sólo es Zeus, uno sólo es
Hades, uno sólo es Helios, uno sólo es Dionysos, un sólo Dios es en todos (fr.
239 b, en KERN).
19) Zeus fue el primero,
Zeus señor del rayo es el último, Zeus es el comienzo, Zeus es el medio, de
Zeus se deriva todo. . . de Zeus fulcro de la tierra y del cielo estrellado,
Zeus rey, Zeus primer autor de todas las cosas, es única potencia, único Dios,
gran jefe de todas las cosas, único cuerpo real en el que circulan todas estas
cosas, fuego, agua, tierra y éter y Metis (sabiduría) primera generación, y el
muy deleitable Eros: porque todas estas cosas yacen en él gran cuerpo de Zeus.
Su cabeza y su rostro, bellos a la mirada, son el cielo fulgente, alrededor del
cual, doradas cabelleras de rutilantes estrellas oscilan admirablemente. . .
Sus ojos: el sol y la opuesta luna; mente no engañosa del Dios el inmortal
Éter. . . ; hombros y esternón y amplio dorso del Dios, el aire de vasta
fuerza. . . sagrado regazo es para él la tierra, madre de todo y las ásperas
cimas de los montes; cintura media el henchimiento altísimo del mar; base
profunda las raíces de este suelo y el oscuro Tártaro y los extremos confines
de la tierra. . . (fr. 168, en KERN: cfr. también el 169, 245 y 247).
20) el dominio del cosmos
conferido al principio del orden. — En esto, los antiguos poetas están de
acuerdo entre ellos, en lo que se refiere a que el señorío y el mando
pertenecen a Zeus, y no en aquello que es primero en el tiempo: la Noche, por
ejemplo, o el Cielo, o el Caos, o el Océano (ARISTÓTELES, Metaf., XIV, 4,
1091 b).
La ley universal de justicia.
— Dios, como quiere el
antiguo Discurso, tiene en sus manos el principio, el medio y el fin de todo lo
que existe, y procede rectamente. . . para todo el Universo. Lo acompaña
siempre Díke, castigadora de los que infringen la ley divina (PLATÓN, Leyes,
715 e). Es la inexorable y venerable Díke, de la cual Orfeo, que nos enseñó los
primeros misterios sagrados, dice que se sienta cerca del trono de Zeus para
vigilar todas las acciones de los hombres (Ps. DEMÓSTENES, Contra Aristogitón, I, 11).
[Díke cósmica, es una de las
varias personificaciones de la ley de necesidad, que los órficos consideran que
reina en el mundo. El concepto de Díke cósmica pasa, pues, del orfismo a
Anaximandro, a Heráclito y a Parménides.].
21) Primeramente no
existían, tierra," agua, cielo. . . . No existían antes de que Eros uniese
por parejas α todas las cosas. . . cielo, tierra, Océano (ARISTÓFANES,
Aves, ya citado).
22) Orfeo. . . cantó cómo,
en el comienzo, la tierra, el cielo y el mar se hallaban confundidos en una
sola masa, y cada uno, después de aquella mezcla llena de discordia, fue
dividido y diferenciado (Apolonio de Rodas, Argón, I, 615 y ss.).
[Así aparecen diferenciados
cuatro elementos: tierra, agua (Océano), aire y fuego (cielo) y dos fuerzas
contrarias, amor y discordia.]
Parece que todas las cosas nacen de lo Uno y se disuelven en el
mismo
(MUSEO, fr. A, 4. en DIELS, Frag, der Vorsokratiker).
Hesíodo narra que primero fue el Caos, después la tierra de amplio
pecho. . . y Eros. . . Y con Hesíodo también se halla de acuerdo ACUSILAO (PLATÓN, Simposio,
178 b).
Me parece que Acusilao supone
que el primer principio es el Caos, como del todo incognoscible. . . Erebo el
macho, Noche la hembra . . . y dice que de su unión fueron engendrados Éter,
Eros y Metis, etc. (DAMASCIO, op. cit., 124).
23) La fuerza formadora del
cosmos: Eros. Decía Ferécides que,
preparándose Zeus para formar el mundo, se transformó en Eros, con el fin de
que, al componer el mundo con los contrarios, lo llevase a la concordia y a la
amistad e infundiese en todas las cosas la identidad y la unidad que penetra el
todo (PROCLO, In Tim. 32 c).
* Los problemas relativos al
hombre.
La vida y el problema del
mal; la derivación del mal de una culpa:
La idea de un hado
ineluctable (o voluntad divina).
Muy a menudo, los Aqueos me
reprocharon y me hicieron este discurso; pero no soy yo el culpable (Agamenón),
sino Zeus y el Hado y las Erinnas habitantes del aire, que en la asamblea, me
inspiraron en el alma un salvaje enceguecimiento, el día que arrebaté su botín
a Aquiles. Pero, ¿qué habría podido hacer? El Dios cumple todo hasta el fin
(HOMERO, litada XIX, 85 y ss.).
Dios engendra la culpa entre los mortales, cuando quiere destruir
por completo a una familia. (ESQUILO, frag. de Níobe).
Nadie puede huir de los males enviados por los Dioses ( ESQUILO, Los siete
sobre Tebas).
¡Ay de mí! ¡De cuántas cosas nos acusan los mortales, a nosotros,
los Dioses (Habla Zeus): pues dicen que de nosotros proviene el mal, y en
cambio ellos mismos se lo procuran con sus arrogancias contra el hado! (HOMERO, Odysea 1, 32 y
ss.).
[El concepto de que los males derivan de
culpas de las que son responsables los hombres, domina después en HESÍODO, Las
obras y los días, todo el relato de la culpa de Prometeo (robo del fuego divino)
y el del envío de Pandora con la copa llena de todos los males, y toda la
historia de las cinco edades, que señalan una decadencia progresiva desde la
edad de oro, como consecuencia de culpas crecientes. De tanto en tanto, el
concepto de la culpabilidad del hombre se insinúa como tendiendo a ser acogido
también en ESQUILO, por quien, sin embargo, ya han sido citadas las
afirmaciones de la fatalidad ineluctable al hombre. Otras veces, en cambio,
para él, es la culpa humana la que engendra la culpa ulterior: "La acción
impía (de los padres) engendra otras semejantes en las generaciones siguientes
de su raza" (Agamenón, 759 y ss.). Y también, dada esta producción de
culpa por culpa, el hombre tiene la posibilidad de resistir con su voluntad y,
por medio de estas inhibiciones, puede salvarse del hado que le incumbe:
"Desecha el principio del funesto impulso. . . Porque el demonio,
cambiando por el cambio del querer que sucede con el tiempo, pudiera quizá
tornarse en viento más plácido" (Los siete sobre Tebas, 687, 705, y ss.)].
El hombre que hace daño a los
otros, es el artífice de sus propios males; el mal designio es peor aun para
quien lo delibera. El ojo de Zeus ve todas las cosas y todas las comprende, y,
cuando le agrada hacerlo, les presta atención, y no le pasa desapercibido qué
especie de justicia encierra dentro de sí una ciudad. . . Malo es ser justo, si
el más injusto debe tener la preeminencia en el conflicto jurídico. Pero no
creo que esta sea la obra del sapientísimo Zeus (ibid. 265 y ss.). La Justicia
se sienta cerca de Zeus, su padre, hijo de Cronos y le comunica los inicuos
propósitos de los hombres (ibid., 259 y ss.). Y fácilmente da Zeus la fuerza y
fácilmente maltrata a los fuertes; fácilmente rebaja al soberbio y fácilmente
exalta a quien permanece en la sombra; fácilmente pone derecho lo que estaba
torcido y mortifica al arrogante (ibid., 5 y ss.).
Pero uno paga en seguida la
culpa, el otro más tarde, y si ellos lo evitan, y no los encuentra el divino
hado a su llegada, vuelve en cada caso más tarde: sin su culpa, pagan la culpa
los hijos de aquéllos o la generación posterior (SOLÓN, fr. 12, versos 29 y
ss.).
[Estos conceptos, aplicados
al mundo humano por Hesíodo y por Solón, se convierten después en conceptos
cósmicos, con una proyección de la humanidad al universo. Ya en los órficos,
como se ha dicho, aparece el concepto de Díke cósmica, y de éstos pasa a los
jónicos y a los itálicos. En Anaximandro vuelve a encontrarse también,
transferida de! mundo humano al de la naturaleza universal, la representación
del tiempo juez, que ya Solón hacía intervenir para pronunciar la sentencia
inexorable sobre los hombres],
El misterio del destino
insondable al hombre. — El propósito de los Dioses inmortales, se halla oculto
en absoluto a los hombres (SOLÓN, fr. 17). Hijo mío, Zeus tiene en sus manos el
fin de todas las cosas, y dispone de él como desea. Pero los hombres nada
saben; criaturas efímeras, vivimos como bestias en el prado, ignaros de la
manera en que la divinidad conducirá a su término cosa alguna. Todos viven sólo
de esperanzas y de ilusiones, y su meditar tiende a lo inalcanzable. Vejez,
enfermedad, muerte en el campo de batalla o en las olas del mar, alcanzan al
hombre antes de que haya logrado su meta. Otros terminan suicidas. Si me atendiesen,
no amaríamos nuestra propia infelicidad, y no nos atormentaríamos buscando
dolores incurables. (SIMÓNIDES DE AMORGO, frag. 1).
Algo ha dicho, lo más bello,
el hombre de Chios (Homero); semejante a las hojas, son los hombres. Escuchan,
es cierto, con sus oídos, esta noción, pero no la graban en su corazón. Porque
es innata en cada uno la esperanza que crece en el corazón de la juventud.
Mientras que se hallan todavía en la flor de los años, los mortales tienen el
ánimo ligero y desdeñan muchas cosas inejecutables. Pues ninguno piensa en la
vejez y en la muerte y, mientras que se halla sano, nadie piensa en la
enfermedad. Necios quienes así piensan y no saben que a los mortales sólo les
es concedido un breve período de juventud y de existencia. Pero no lo olvides,
y pensando en el fin de la vida, complácete en conceder a tu alma algo
agradable (SIMONIDES DE AMORGO, fr. 29).
La visión pesimista: la vida
es un mal.
— Ningún hombre es feliz.
Abrumados de fatiga están todos los mortales bajo el sol (SOLÓN, fr. 15). De
todas las cosas, la mejor para nosotros, seres terrenos, sería no nacer y no
ver jamás los rayos vivos del sol; pero, nacidos, lo mejor sería atravesar lo
más tempranamente posible las puertas del Hades y yacer sepultados bajo mucha
tierra (TEOGNIS, 424 y ss.).
[Esta misma afirmación, de
que lo mejor para el hombre sería no haber nacido y, nacido, morir lo más
prontamente posible, era atribuida, por una tradición, al mítico Sileno,
interrogado por el rey Midas; y los órficos, al repetirla y hacerla suya, le
atribuían la significación de que la vida corpórea es una prisión para el alma,
una expiación de los pecados (Cfr. ARISTÓTELES, Eudemo, fr. 6 Walzer).
La afirmación de Teognis,
pasa después a todo el desarrollo sucesivo de las corrientes pesimistas, con
acentuaciones ulteriores. Cfr. SÓFOCLES, Electra, 1010 y ss.: "Morir no es
el peor de los males, sino desear morir y no poder obtener tampoco esto".
EURÍPIDES, Cresfonte, fr. 449: "Sería necesario llorar, cuando uno nace,
por todos los dolores a los que se sale al encuentro, y alegrarse cuando uno
muere, porque se libera de los sufrimientos". Heráclid., 592 y ss. y frag.
916: "¡ojalá no haya nada debajo de la tierra! Pues si también allá
tuviéramos afanes, nosotros mortales que morimos, no sé hacia dónde podrá uno
volverse, pues el morir se cree el más grande remedio para los males".
Con ese pesimismo, se une en
los poeta griegos, desde Teognis en adelante la admonición de moderación,
resignación y humildad, como consecuencia de la conciencia de la sujeción del
hombre a un poder trascendente γ de su inmensa inferioridad. También en las
sentencias de los Siete sabios, esta admonición ocupa un puesto central, y, por
otra parte, continúa una tradición que ya se origina en HESÍODO].
La admonición de moderación y
de mesura.
— ¡Insensatos!, ¡no saben
cuánto les atañe el dicho: "la mitad vale más que el todo" y qué
bendición se halla en la más vil hierba que la tierra hace crecer para el
hombre! (HESÍODO, Trabajos y días, 40 y ss.)·
La más difícil entre todas
las cosas es asir la invisible medida de la sabiduría, que lleva en sí, sólo
ella, los límites de todas las cosas (SOLÓN, fr. 16). Óptima cosa es la medida
(CLEÓBULO). Desde tiempo antiguo … de común acuerdo, consagraron a Apolo, en el
templo de Delfos, una primicia de su sabiduría, inscribiendo aquellas palabras
que todos celebran: "conócete a ti mismo", y "nada en
exceso". . . Esta era la forma de la filosofía de los antiguos, una
concisión lacónica (PLATÓN, Protágoras, 343 a).
El alma y su inmortalidad en
los órficos.
— Hay una antigua doctrina (órfica) que afirma
que existen allá (en el Hades) almas llegadas desde aquí, y que desde allá
retornan nuevamente hacia aquí y que resucitan los muertos y nacen de ellos
nuevos seres (PLATÓN, Fedón, 70 c).
Es menester creer a los
antiguos Discursos sagrados, que nos advierten que somos almas inmortales y que
tendremos jueces y hallaremos las mayores penas (PLATÓN, Epístola, VII, 335 a).
Ferécides de Siros, fue el
primero que afirmó que las almas de los hombres son eternas (CICERÓN, Tuscul.,
I, 16, 38).
El dualismo de alma y cuerpo
en el orfismo: el pecado original y la vida corpórea como expiación.
— Los que celebran la
iniciación dicen que el alma paga la culpa y que nosotros vivirnos en expiación
de ciertos grandes pecados. (ARISTÓTELES, Protrep., fr., 10 b, Walzer).
Afirman también los antiguos
teólogos y adivinos que, por algún castigo, el alma está agregada al cuerpo y
sepultada en éste como en una tumba (CLEMENTE de Alejandría, Stromata, III,
433).
Las palabras que se oyen
pronunciar en ciertos misterios, de que nosotros, hombres, nos hallamos como en
una especie de cárcel, y que de allí no podemos liberarnos por nosotros mismos.
. . (PLATÓN, Fedón, 62 b).
Algunos dicen que el cuerpo
(soma) es tumba (sema) del alma, ya que ésta se halla sepultada en el cuerpo en
que está. . . Pero me parece, también, que Orfeo y los suyos, le han puesto,
sobre todo, este nombre (soma), en cuanto el alma expía la pena de los pecados
que tiene que expiar, y esa envoltura, especie de una cárcel, la tiene para
salvarse (sózesthai), ya que para el alma eso es justamente aquello de lo cual
toma el nombre, es decir, un cuerpo (soma), hasta que el alma no haya pagado su
deuda (PLATÓN, Cratilo, 400 c.).
[El pecado original en la
mitología órfica, es el de los Titanes rebeldes a Zeus, que despedazan y
devoran a Dionysos niño. Zeus los fulmina, y con sus cenizas crea al hombre,
quien, de esta manera, lleva en si una parte titánica pecaminosa (el cuerpo) y
una parte dionisíaca, divina (el alma), que aspira a liberarse de la unión con
la otra].
El ciclo de los nacimientos
(transmigración) y la liberación de las almas según el Orfismo.
— También Orfeo transmite
claramente estas cosas, cuando después de la mítica expiación de los Titanes y
la generación por ellos de los mortales vivientes, dice, antes que otras cosas,
que las almas permutan las vidas en ciertos períodos y entran muchas veces en
distintos cuerpos de hombres: "Los mismos (espíritus) se transforman
alternativamente, por el cambio de las generaciones, en padres e hijos en los
palacios y en bien ordenadas esposas y madres e hijas". De esta manera,
cumplen su transmigración de cuerpos humanos a humanos. . . Además, existe
también un pasaje de almas humanas a animales: también esto enseña Orfeo, en
términos precisos, cuando determina: "por ello, cambiando según los ciclos
del tiempo, el alma de los hombres proviene de otra parte en otros animales:
ora se convierte en caballo. .. ora en carnero, o bien aparece como un ave monstruosa
o también (con) apariencia de perro y voz grave y (en otras ocasiones) en
rastrera generación de frías serpientes, en la tierra divina" (PROCLO, in
Rempubl., II, 338 y ss., en edic. Teubner).
[Esta concepción de la
transmigración de las almas, que más tarde tomó el nombre impropio de
metempsicosis, fue considerada por HERÓDOTO (II, 123), de derivación egipcia.
"También esto fue dicho por primera vez por los egipcios, de que el alma
del hombre es inmortal, y disolviéndose el cuerpo, penetra cada Tez en otro
cuerpo engendrado, porque después de que haya recorrido toda la serie de
animales terrestres, marinos y volátiles, nuevamente penetra en el cuerpo
engendrado de un hombre, y tal ciclo se cumple en tres mil años. De este mismo
parecer son aquellos griegos que, algunos antes y otros después, lo sostuvieron
como si fuese suyo; de los cuales yo conozco los nombres, pero no quiero
escribirlos". Los griegos acusados aquí de plagio, son, además de los
órficos, los pitagóricos y Empédocles; pero Heródoto incurría en error al
asimilar la teoría órfico-pitagórica de la transmigración a la creencia egipcia
en la posibilidad de la resurrección, de la que se derivaba también el rito
mágico de la resurrección animal. En los misterio, egipcios se hallaba vigente,
precisamente, la creencia de que el muerto, después del juicio del tribunal
divino, ante el cual pronunciaba su "confesión negativa", o
declaración de no haber cometido ninguno de los pecados que figuraban en la
lista, podía, si resultaba justificado, renovar su vida también en la casa de
los vivos, revistiendo, sucesivamente, la forma de cualesquiera de los animales
divinos. Pero esta resurrección egipcia es el premio de los muertos y la
esperanza de los vivos, mientras que el ciclo de los nacimientos en el orfismo,
es una condena en expiación del pecado original, ya que la aspiración de los
órficos está dirigida a obtener, a través de las purificaciones del alma, la
liberación de la "rueda del destino y de la generación", del
"ciclo de los nacimientos y de la miseria"].
"El divino demiurgo,
establece el destino de todos según el mérito "en la rueda del destino y
de la generación", de la cual, según Orfeo, es imposible librarse sin
enternecer a esos Dioses, a los que prescribe Zeus "liberar del ciclo y
hacer cesar de la miseria" a las almas humanas. (SIMPLICIO, comentario al
De coelo, II, 1, 284). (Las liberan) conduciendo a cada alma a la vida
bienaventurada, lejos del errar en la generación, de la que también los
iniciados por Orfeo en los misterios de Dionysos y de Core, imploran obtener
"ser liberados de la rueda (del destino) y el cesar de la miseria"
(PROCLO, In Timaeum, 42 cd).
[La salvación del alma o la
liberación del ciclo de los nacimientos, se obtenía, según los órficos, a
través de la iniciación en los misterios y la observancia de todos los ritos y
las reglas de la vida órfica. Para ellos el alma se purificaba y merecía
volver, así, al consorcio de los Dioses inmortales (beatos, bienaventurados),
del cual, el pecado la había hecho caer en la vida corpórea de los mortales.
Por esto cantaba PÍNDARO de los iniciados en los misterios:
"Bienaventurado aquel que después de haber visto estas cosas, desciende a
los Infiernos, porque sabe el principio y el fin de su vida" (THRENOI, fr.
137).
Vengo de los puros pura, ¡oh
reina de los Infiernos!, oh Eucles y Eubuleo y todos los que sois Dioses y
demonios!; porque yo me jacto de ser de vuestra estirpe bienaventurada, y he
expiado la pena de las obras no justas, para que no me abatiese la Moira o el
Dios lanzador de rayos. Añora vengo, suplicante ante ti, esplendente Perséfone,
para que me envíes, benigna, a la morada de los puros (laminilla de Thurios:
Cfr. en DIELS, Fragm. der Vorsokr., y en KERN, Orphic. frag.).
En cuanto al camino de la
purificación y de la salvación del alma del ciclo de los nacimientos, se halla
originalmente constituido, en el orfismo, por la iniciación en los misterios y
por la observancia de las normas de la vida órfica; pero a través de este
significado ritual, pasa a un significado ético, de elevación espiritual por
encima de los intereses materiales y de los bienes corpóreos. Y luego, con los
pitagóricos, se pasa a considerar como principal y suprema vía de purificación
y de salvación del alma, la iniciación a la ciencia y a la contemplación
filosófica (theoría), que también PLATÓN, Fedro, 248, después, coloca en
primera línea entre los caminos para alcanzar la beatitud eterna del alma. De
esta manera, de las creencias y de los ritos del orfismo, extrae tu primer
origen la formación del ideal filosófico de la vida].