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miércoles, 4 de marzo de 2020

Más sobre la cuestión de Dios y el sentido.


La salud y la enfermedad


(Apuntes para el Seminario La Filosofía como Escuela de Vida. UPCM, Tres Cantos. Madrid)

El concepto de salud no es unívoco, como tampoco lo es el de enfermedad. Ambos son construcciones mentales y dependen de los contextos desde donde se acuñan. ¿Qué es una persona sana? ¿Y una persona enferma?

El concepto de salud cambia de acuerdo con la época. La idea que tiene la gente de su salud está en relación con diversas perspectivas: la del médico, la del paciente, la socioeconómica, la política, la filosófica (antropológica y ética), la ecológica. También va cambiando el concepto de enfermedad: las personas de otras épocas padecían enfermedades distintas de las nuestras.  

Los conceptos de salud y la enfermedad suelen definirse uno en función del otro. Así, de la misma forma que la vida es lo opuesto a la muerte, la salud tradicionalmente se ha considerado como la ausencia de enfermedades. La medicina antigua poseía una concepción unitaria de la enfermedad, entendiéndola como algo inherente a la naturaleza humana. La reducción de la enfermedad a un problema meramente biológico no sirve para enfrentarse a la cuestión de la salud.

La O.M.S. en su Carta Constitucional (1946) define la salud cómo “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Tanto la idea de bienestar como la de malestar son subjetivas. El bienestar o malestar no son aspectos observables y medibles con un criterio general válido.

Para Hipócrates la salud es el equilibrio entre  los humores: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. Estos humores estaban relacionados con los cuatro elementos que formaban el universo: agua, aire, tierra y fuego. Si alguno de los humores predominaba sobre los demás aparecía la enfermedad. La concepción sobre la salud y la enfermedad de la época clásica se extendió hasta el medioevo (con interesantes excepciones en la época helenística y en la medicina mágica medieval). En la modernidad, sobre todo en la época de la Ilustración, se hace hincapié en la etiología orgánica de las enfermedades infecto-contagiosas, que eran las mas preocupantes.

Actualmente  se concede importancia al medio y se entiende la salud como el equilibrio que existe entre el individuo y su entorno, de forma que cuando se altera dicho equilibrio se produce la enfermedad. La capacidad de adaptarse a las nuevas situaciones es necesaria para tener una vida sana y equilibrada. A veces, la causa de algunas enfermedades infecciosas no son solo la presencia de organismos patógenos sino también ciertas condiciones del sistema organismo-entorno.

La ‘salud total’ (física, mental y social) no existe, en tanto la inmortalidad no es posible. Para Terris (1980): la salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento y no únicamente la ausencia de afecciones o enfermedades. En el Congreso de Médicos y Biólogos de lengua catalana, celebrado en Perpignan (1978) se adoptó como definición de salud “aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y profundamente gozosa”. Se habla de la salud como estilo de vida. Esta concepción sitúa al individuo como protagonista de su propia salud. El bienestar psicológico es una de las dimensiones de la salud, por lo que la capacidad de superar las dificultades y riesgos diarios, son el punto de partida de una vida saludable.

La prevención de la enfermedad no puede basarse solo en la investigación biológica, tratando de aislar un determinado germen, sino en la identificación de las conductas que incrementan la frecuencia e intensidad de los factores de riesgo de contraer enfermedades. Los hábitos personales y el peculiar estilo de vida de cada uno, constituyen el principal substrato de los factores de riesgo. 
“La naturaleza ecológica de los comportamientos plantea la necesidad de promover a menudo no tanto la elección de conductas, sino más bien la elección de entornos para vivir mejor o la elección de cambios para adaptar los entornos y hacer fáciles las prácticas y estilos de vida saludables”. (Costa, M. y López, E. 2005). A la concepción de salud como equilibrio con el entorno debemos añadir el concepto de salud como estilo de vida. La elección de una mejor alimentación, de hacer ejercicio físico, de no beber o hacerlo moderadamente, de no fumar o no consumir otras drogas depende en gran medida del ambiente cultural, social, económico en el que se vive. Elegir un estilo de vida saludable no solo depende de la voluntad, sino también del conocimiento.

Para la Oficina Regional para Europa de la O.M.S. (1985) “La salud es la capacidad de realizar el propio potencial personal y responder de forma positiva a los problemas del ambiente”. La salud constituye una conquista diaria, se trata de conseguir cada vez mayores cotas de salud. No vivimos para tener salud, sino que procuramos tener salud para vivir mejor y de lo que se trata es de alcanzar cotas más altas de salud. También son importantes nuestras actuaciones para lograr entornos cada vez más saludables. Estar sano en un mundo enfermo y que produce la enfermedad no conduce a nada. Estar sano individualmente va ligado a la salud del conjunto, y la prevención individual de la enfermedad está estrechamente ligada a los problemas ecológicos, sociales y económicos de toda la comunidad.

Buscar la salud no significa buscar la inmortalidad o evitar la muerte, pero sí luchar contra ciertos tipos de muerte. Nuestras expectativas de vida son cada vez mayores, lo que aumenta la probabilidad de adquirir algunas enfermedades crónicas y/o degenerativas y de lo que se trata es de retardar su aparición o de aprender a convivir con ellas.

(Entre otras notas, he obtenido una valiosa información en el artículo de Gavidia, V. y Talavera, M. La construcción del concepto de salud, Universidad de Valencia).