La filosofía de por sí puede cambiarnos la vida. Todos somos filósofos, solo tenemos que ejercer lo que somos. Cuando relaciono los términos "filosofía" y "terapia" no es tanto porque crea que exista una terapia filosófica como una alternativa a otros tipos de terapia, sino porque pienso que la filosofía en sí misma es terapéutica.
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domingo, 15 de diciembre de 2019
miércoles, 11 de diciembre de 2019
Sobre lo divino y lo humano.
Fragmento de la sesión de cierre del último trimestre del año del Seminario "La Filosofía como Escuela de Vida. UPCM, Tres Cantos. España.
domingo, 8 de diciembre de 2019
Lo grave da que pensar.
HEIDEGGER, M. ¿Qué significa pensar? (Was heisst denken?), Bs. As. Nova, 1972 (trad. Haraldo Kahnemann). Resumen de la Primera Lección (págs. 9-17).
Al ámbito de lo que se llama pensar, arribamos cuando nosotros mismos pensamos.
Es menester que estemos dispuestos a aprender a pensar. Por eso hemos admitido que todavía no sabemos pensar.
Solo tendemos de verdad a aquello que nos mantiene en la esencia. Lo que nos mantiene en nuestra esencia lo hace solo en tanto nosotros mantenemos lo que nos mantiene.
¿Pensar en qué? En lo que nos mantiene en la medida en que ha de pensarse.
Solamente si tendemos a aquello que es en sí lo que ha de ser pensado, somos capaces de pensar. Y para ser capaces de pensar se requiere que aprendamos a pensar.
Llamamos lo grave a aquello que es de por sí lo que ha de ser pensado. Todo lo grave da que pensar. Lo grave es ya de por sí aquello que ha de ser pensado.
¿Qué es lo gravísimo y cómo se manifiesta en nuestra época grave? Lo gravísimo es que todavía no pensamos, a pesar de que el estado del mundo da cada vez más que pensar. (En esta tarea el hombre debería comenzar a obrar sin demora, en vez de hablar en conferencias y congresos).
Pero ¿cómo se puede afirmar que todavía no pensamos si cada vez hay más interés por la filosofía? Sin embargo, el que se dé muestras de interés por la filosofía no atestigua todavía ninguna disposición para pensar. Por el contrario, el ocuparnos de la filosofía (pensadores, corrientes, escuelas, historia del pensamiento...) es lo que más persistentemente puede sumirnos en el engaño de que estemos pensando. “Filosofamos” sin cesar, pero no pensamos.
Lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos.
El que todavía no pensamos no es debido a que el hombre no se dirige en grado suficiente a lo que exige ser pensado, sino a que eso mismo que ha de ser pensado, por su parte, le está volviendo las espaldas al hombre y eso ya desde hace largo tiempo. Lo que propiamente debe ser pensado se mantiene desde siempre en esta situación de volvernos las espaldas.
El hombre no es capaz de pensar propiamente mientras siga sustrayéndose a lo que ha de ser pensado.
La ciencia, por su parte, no piensa ni puede pensar (esto por su bien y favorece la seguridad de su marcha prefijada). El abismo que media entre el pensar y la ciencia es insalvable.
Solamente podemos aprender a pensar si olvidamos a fondo lo que hasta ahora conocíamos por esencia del pensar.
Lo que ha de pensarse le vuelve las espaldas al hombre. Se le sustrae. Lo que se sustrae deniega su advenimiento esta sustracción es acontecimiento. Es más, lo que se le sustrae puede tocar al hombre más esencialmente y absorberle más que todo lo presente que le toca y se refiere a él y que le toca de un manera enigmática –escapándosele, sustrayéndosele. Podría suceder que el acontecimiento del sustraerse fuera lo más presente de cuanto hay ahora de presente, superando infinitamente la actualidad de todo lo actual.
Al entrar dentro de la esfera de atracción del sustraerse, estamos en camino hacia lo que nos atrae sustrayéndosenos. Estando en camino de lo que se nos sustrae, nosotros mismos estamos señalando aquello que se sustrae (y es un señalar esencial porque nos constituye). El hombre señala, en su calidad de caminante, lo que se sustrae. Su esencia consiste en ser uno que señala.
Un signo somos, indescifrado.
Sin dolor somos y en tierra extraña
casi perdemos el habla (Hölderlin).
La poesía es el arroyo que, en ocasiones, retrocede hacia el manantial –hacia el pensar como remembranza. Toda poesía nace de la devoción del recuerdo.
¿No da bastante que pensar el que somos un signo y además, indescifrado?
¿Qué es, entonces, lo gravísimo?
¿Por qué nuestra época es grave?
¿Qué significa pensar?
jueves, 5 de diciembre de 2019
lunes, 2 de diciembre de 2019
Seminario de Filosofía UPCM. Temas y textos a tener en cuenta.
Para las próximas sesiones del 4 y el 11 de diciembre nos referiremos a las siguientes lecturas (1) :
* Texto 13. Schopenhauer, Placer y dolor. (pp. 42-44).
* Texto de Nietzsche en este blog: http://filosofiayterapia.blogspot.com/2019/11/nietzsche-placer-y-dolor.html
* Nota mía en el blog sobre Placer y dolor: http://filosofiayterapia.blogspot.com/2019/11/pacer-y-dolor.html
* Leer planteamiento del tema 4. El amor
como fuente de placer y de dolor. (pp. 45-47).
Texto 14. El amor platónico (pp. 47-48)
Texto 15. Schopenhauer, Dolor y engaño de la vida
(pp. 48-50)
Metodología para ambas sesiones:
1. El próximo miércoles lo dedicaré a terminar el temario que está programado, a lo cual dedicaré gran parte de la sesión (con un turno de preguntas al finalizar, como hacíamos en cursos anteriores).
2. La sesión del miércoles 11 tendrá dos partes:
Metodología para ambas sesiones:
1. El próximo miércoles lo dedicaré a terminar el temario que está programado, a lo cual dedicaré gran parte de la sesión (con un turno de preguntas al finalizar, como hacíamos en cursos anteriores).
2. La sesión del miércoles 11 tendrá dos partes:
a) Intervenciones de los participantes que no pudieron hacerlo por falta de tiempo y nuevos comentarios al hilo de la temática que estamos tratando.
b) Evaluación de esta primera parte del seminario. Propuestas y sugerencias.
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miércoles, 27 de noviembre de 2019
Nietzsche: dolor, placer y voluntad de poder.
¿Y sabéis, en definitiva, qué es para mí «el mundo»? ¿Tendré aún que mostrároslo en mi espejo?... Este mundo es un monstruo de fuerza, sin principio ni fin; es una suma fija de fuerza dura como el bronce, que no se hace más grande ni más pequeña, que no se gasta, sino que se transforma, y cuya totalidad es una magnitud invariable, una economía sin gastos ni pérdidas, pero también sin incremento; encerrada dentro de la «nada» como su límite, sin ninguna cosa flotante, sin desgaste sin extensión infinita, inserta como una fuerza determinada en un espacio determinado y no en un espacio que abarcaría el «vacío»; es una fuerza que se encuentra en todas partes, una y múltiple como un juego de fuerzas y de ondas de fuerza perpetuamente agitadas, eternamente en cambio, en reflujo continuo, con gigantescos años que se repiten regularmente, flujos y reflujos de sus formas, que van desde las más simples a las más complicadas, de las más tranquilas, de las más fijas, a las más frías, a las más ardientes, más violentas, más contradictorias, para volver en seguida de la multiplicidad a la simplicidad, del juego de los contrastes a la necesidad de armonía, afirmando su ser en esa regularidad de ciclos y años glorificándose a sí mismo en la santidad de lo que debe tornar eternamente, como un devenir que no conoce ni la saciedad, ni el disgusto, ni el cansancio. Este es mi universo dionisíaco que se crea y se destruye perpetuamente a sí mismo; ese enigmático mundo de la doble voluptuosidad, éste es mi «más allá del bien y del mal», sin fin, a menos que no sea un fin la felicidad de haber cumplido el ciclo, sin voluntad, a menos que un anillo no pruebe su buena voluntad de girar eternamente sobre sí mismo y nada más que sobre sí mismo, en su propia órbita. Ese es el universo mío, ¿quién es pues lo suficientemente lúcido como para exponer su alma a este espejo? ¿O para oponer su propia solución al enigma de Dionisio? Y aquel que fuese capaz de ello, ¿no debería hacer más todavía? ¿No debería casarse con el «ciclo de los ciclos», jurar su propio retorno, aceptar el ciclo que eternamente se bendecirá y afirmará a sí mismo, con la voluntad de querer todas las cosas de nuevo, de ver tornar todo lo que ha sido, de ver marchar todo lo que debe ser siempre? ¿Sabéis ahora que es el mundo para mí, y lo que yo quiero, cuando quiero este mundo?
¿Queréis un nombre para este universo, una solución para todos sus enigmas? ¿Queréis en suma una luz para vosotros, los más tenebrosos, los más fuertes, los más intrépidos de todos los espíritus? Este mundo, es el mundo de la voluntad de poder y nada más. Y vosotros sois también esa voluntad de poder, y nada más. [...]
Si es verdad que la naturaleza íntima del Ser es la voluntad de poder, si todo aumento de poder es placer, si todo sentimiento de no poder resistir, de no poder dominar es dolor, ¿no deberíamos considerar entonces el placer y el dolor como hechos cardinales? ¿Puede existir la voluntad sin esta doble oscilación del sí y el no? Pero ¿quién siente el placer?... Tales preguntas son totalmente absurdas, si el Ser es en sí mismo voluntad de poder, y, por consiguiente, ¡sensación de placer y dolor! Sin embargo, tiene necesidad de contradicciones, resistencias; por lo tanto, relativamente, de unidades que se sobreponen a él...
(La Voluntad de Poder, libro II, § 51 y § 54).
viernes, 22 de noviembre de 2019
Placer y dolor.
Si es verdad que
la búsqueda del hombre -marcada por el natural deseo de conocer (Aristóteles)-
está orientada a la felicidad, esto nos lleva a preguntarnos ¿qué es la
felicidad? Freud nos la define muy bien. “La felicidad es la búsqueda del
placer o la evitación del sufrimiento, del dolor”. Tan sencillo.
En la felicidad lo
que hacemos es buscar el placer, a mayor placer más felices. Freud dice que lo
más prohibido, incluso lo perverso, causa mayor placer que aquello que está
permitido porque actúa la fascinación de la transgresión. Aquí está hablando de
la felicidad real. La felicidad que se siente en el propio cuerpo (la
sexualidad), pero también es importante evitar el dolor. Aunque según Nietzsche
ambas cosas son imposibles juntas. “Quien dice sí a todo placer, dice sí a todo
dolor”. El placer va unido el dolor.
Para Freud lo que
determina el objetivo vital, el sentido de la vida, está directamente
relacionado con el principio del placer. Pero si se conculca el principio del
placer, eso trae aparejado muchas consecuencias negativas. De hecho si somos
capaces de construir nuestra vida, hilvanar nuestra vida, en términos de
momentos placenteros somos personas sanas.
El principio del placer entre otras cosas,
nos permite olvidar lo malo y conservar lo bueno. A veces tenemos que rebajar
nuestras expectativas de felicidad. Al respecto Freud escribe que “bajo la presión
de posibilidades de sufrimiento el hombre suele rebajar sus pretensiones de
felicidad. Por otra parte también el principio del placer se transforma,
por influencia del mundo exterior, en el más modesto ‘principio de la realidad’,
no nos asombra que el ser humano ya se estime feliz por el mero hecho de haber
escapado de la desgracia”. Nos conformamos con haber sobrevivido al
sufrimiento. En general la finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo
plano lograr el placer. Eso es un recurso que utilizamos mucho, ya que
arriesgarse en la búsqueda de placer puede traer sufrimiento. Aunque no sabemos
bien por qué ocurre esto, creo que, teniendo en cuenta a Nietzsche, algo tiene
que ver con el sentimiento de culpa[1] y de deuda presentes en la
naturaleza humana. Da la impresión de que somos merecedores de un castigo como
tributo al placer. Pero ¿quién nos infringe ese castigo? - Nosotros mismos,
Estamos “arrojados”
a la vida con la carga de la culpa, pero toda culpa debe ser expiada. Pobres de
nosotros que, desvalidos, vamos a incurrir en culpa porque somos transgresores
por naturaleza y ahí nos están esperando, para machacarnos, y no podemos decir
que no. Vamos a pecar, vamos a transgredir. Somos culpables como Edipo (que
mata a su padre y comete incesto con su madre) sin podernos oponer a esta
tendencia.
[1] El concepto de culpa tiene la misma raíz
que la palabra alemana “deuda” (Schulden). Tener sentimientos de culpa es estar siempre en
deuda.
Felicidad y sufrimiento: claroscuro de la existencia humana.
jueves, 14 de noviembre de 2019
Lógica (05). UPCM.
jueves, 7 de noviembre de 2019
Filosofía para desaprender ¿Qué significa pensar?
Conferencia con estudiantes de posgrado de la CEUNO en Hermosillo, Sonora, México.
(en octubre pasado)
martes, 5 de noviembre de 2019
Filosofía para la gente en su problemática existencial.
(Para tratar en la 3ª sesión del seminario "La filosofía como escuela de vida". UPCM).
Merleau-Ponty:
“El filósofo moderno es, a menudo, un funcionario”.
“La filosofía encerrada en
libros ha dejado de interpelar a los hombres".
Bobbio:
“La abstinencia, la resignación, la imperturbabilidad,
nos invitarán a contentarnos con el breve tiempo de vida que aún nos es dado
vivir, a esperar la muerte con serenidad y tal vez a cultivar nuestro jardín”.
“El camino de salida existe,
pero no hay ningún espectador afuera que conozca de antemano el recorrido”.
“Quien entra en un laberinto
sabe que existe una vía de salida, pero no sabe cuál de los muchos caminos que
se abren ante él a medida que marcha conduce a ella.”
Heidegger:
“Estamos suspendidos en la angustia (…) no hay donde
agarrarse”.
“Con el radical temple de ánimo
que es la angustia hemos alcanzado aquel acontecimiento de la existencia en que
se nos hace patente la Nada”.
Sartre:
“Lo esencial es la contingencia (…) existir es estar
ahí, simplemente…”
“¿Cómo era que existía un
mundo en vez de Nada?”
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- * La filosofía
puede cambiarnos la vida.
- * Todos tenemos una
filosofía de la vida.
- * En qué sentido “terapia”.
- * El “pensar” solo
surge en las “situaciones- límite”.
- * La filosofía no
da respuestas definitivas.
- * Hay que conectar
con la gente más allá de tecnicismos filosóficos.
- * Para encontrar la
verdad hay que “corregir la mirada”.
- * Paso previo: “desaprender”
hasta el punto de, si es necesario, cambiar nuestra filosofía.
- * ¿Ser autodidacta?
- * Es ineludible leer
los textos filosóficos.
-
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