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miércoles, 17 de junio de 2020

El camino de la búsqueda está marcado por la esperanza.

9.    El camino de la búsqueda. 
El camino de la búsqueda está marcado por la esperanza, aunque es importante no confundir esperanza con quimera. La esperanza implica desear y tender hacia algo posible. Si uno considera imposible alguna meta jamás podrá alcanzarla. El creer que nuestras metas pueden hacerse realidad es una componente fundamental de su posibilidad. De ahí la importancia de desear lo posible o ver como posible lo que se desea, para lo cual es necesario realizar un análisis previo de las condiciones de posibilidad de nuestros objetivos, ya que es fácil convertir una fantasía en una meta real, y en  consecuencia, la frustración acaecería de una manera segura. Es fundamental plantearse metas posibles y a partir de ahí luchar por ellas.
Aunque no es lo mismo tener esperanza para uno mismo que para con los demás, puedo afirmar que cuanto más ambiciosa sea una meta más necesitamos tener esperanza, sobre todo porque es posible que los resultados se den a medio o largo plazo e, incluso, que a veces no lleguemos a verlos nunca a pesar de que podamos estar convencidos que se obtendrán. Lo que vamos consiguiendo en el proceso de nuestra propia búsqueda personal es algo tangible (tanto los logros como los fracasos) pero aquellas esperanzas puestas en los demás no las veremos de un modo tan nítido. Podemos depositar mucha esperanza en la educación de nuestros hijos, incluso suscitarles rumbos que consideramos positivos para su vida, pero los resultados los iremos viendo poco a poco y en algunos casos, nunca. Pero esta es una característica de la esperanza depositada en otros.
Tengo esperanza en el ser humano. Creo en la educación como medio de construir una sociedad más justa y solidaria, en contribuir a la consecución de un mundo mejor para nosotros y nuestros descendientes y nos anima la confianza en los demás y en el futuro.
De esta manera, la búsqueda si es esperanzada, ya es de por sí un logro, un resultado. Pero esta actitud abierta y optimista hacia el futuro, solo puede surgir a partir de un profundo sentimiento individual; solo podemos creer en los demás si creemos en nosotros mismos.
También habría que distinguir la esperanza como actitud vital de optimismo radical respecto del futuro, de la esperanza entendida como sentimiento concreto frente a los retos de la vida cotidiana. Es verdad que, a veces, lo segundo se nutre de lo primero, pero es necesario hacer algunas precisiones. La esperanza como sentimiento personal tiene mucho que ver con los sentimientos de autoestima y confianza en uno mismo. De ahí la importancia de fijarse metas posibles. Porque de este modo cosecharemos resultados que a su vez aumentarán más nuestra autoestima. Plantearse metas imposibles nos aboca al fracaso. Y plantearse continuamente este tipo de metas nos llevaría a la frustración continua o, incluso, a la desolación. De ahí la importancia de realizar una crítica de nuestra propia filosofía personal y a partir de ahí construir una filosofía de la esperanza que nos oriente en la consecución de nuestras metas y nos permita conseguir resultados, al ser capaces  de perseguir fines posibles y realizables. 
(De AGÜERO, E. Filosofía y Terapia, p. 101)


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