Buscar este blog

lunes, 1 de junio de 2020

Textos sobre la crisis del 2012 (para debatir en nuestro seminario de filosofía).

Textos complementarios para la sesión virtual del 3 de junio.
(Todos publicados en 2012, durante la anterior crisis).

¿Qué hacer ante la actual crisis? (J. Rancière)

"Nos hallamos en una situación donde cada día se hace más evidente que los estados nacionales sólo actúan como intermediarios para imponer a los pueblos las voluntades de un poder interestatal, a su vez estrechamente dependiente de los poderes financieros. Un poco en todas partes de Europa, los gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, aplican el mismo programa de destrucción sistemática de los servicios públicos y de todas las formas de solidaridad y protección social que garantizaban un mínimo de igualdad en el tejido social. Un poco en todas partes, pues, se revela la oposición brutal entre una pequeña oligarquía de financieros y políticos, y la masa del pueblo sometida a una precariedad sistemática y desposeída de su poder de decisión (...). Por lo tanto, se dan, es cierto, las condiciones de un momento político, es decir, de un escenario de manifestación del pueblo frente a los aparatos de dominación. Pero para que tal momento exista, no basta con que se dé una circunstancia: es asimismo necesario que esta sea reconocida por fuerzas susceptibles de convertirla en una demostración, a la vez intelectual y material y de concretar esta demostración en una palanca capaz de modificar la actual balanza de fuerzas". (J. Rancière).

Estamos en guerra (L. Bassets)

No es una crisis, es una guerra. Una guerra de nuevo tipo, incruenta, sin pérdidas humanas ni destrucción de ciudades e infraestructuras. Pero guerra al fin: hay unos países que se ven obligados a cambiar gobiernos, reformar instituciones y modificar el modelo de sociedad sin que exista consenso de sus poblaciones, y a veces ni siquiera entre sus líderes. Si la guerra se explica por el propósito de quien la declara de imponer su voluntad sobre el país atacado, lo que estamos viviendo estos días según esta teoría no es más que el momento álgido de una guerra geoeconómica, en la que los países más débiles, los intervenidos, se ven obligados a entregar su soberanía y cumplir las órdenes de los que los intervienen. (L. Bassets, en El País, 15/07/12)

España a la deriva. Europa amenazada. (E. Agüero Mackern, publicado en julio de 2012).

La situación no puede ser peor. El estado de desgobierno en la que nos encontramos acentúa aún más la debilidad del país. Jamás saldremos adelante si nuestro gobierno acepta de manera dócil y cómplice todas las condiciones con las que nos sojuzga el poder de los mercados y de los países que de ello se benefician.

¿No sería posible plantar cara? Y decir ¡hasta aquí hemos llegado! No aceptamos más recortes, mantenemos nuestros servicios sociales (lo que queda de ellos) y no pagamos ni un euro más de la deuda - resultado del fraude sistemático, la malversación del dinero público y la especulación salvaje por parte de los corruptos de dentro y fuera el país.

¿Qué es lo peor que nos pudiera pasar si nos plantamos? ¿Salir de Europa? ¿Y eso es malo?

Por otra parte, ante la amenaza real de irnos de la E.U. quizás nos respeten más. Con la actitud obsecuente del gobierno solo conseguimos que nos desprecien y humillen más. Además, si España sale del euro y de Europa, la propia Europa se va al garete, lo que produciría un efecto dominó... caería Europa entera, Occidente, EEUU, las potencias emergentes, etc. El problema de la deuda española (o de cualquier otro país de la Unión) es un problema de Europa y de la economía mundial.

Con mayor o menor dolor y sufrimiento se avecina un cambio de época. Y la transición será todo lo traumática que quieran nuestros insaciables e ineptos políticos y financieros. Aunque la sociedad, el pueblo llano, algo tendrá que decir (y hacer) ¿o no?

"Rescate" significa pérdida de soberanía. (E. Agüero Mackern, octubre de 2012).

El rescate financiero de un país significa intervención económica y política. O sea, pérdida de autonomía y capacidad de decisión sobre la propia política económica. Esto es, intervención política en toda regla. Es el fin de la democracia y la dominación política del país por parte del poder económico internacional (el mismo que nos ha sumido en la crisis).
Si España es “rescatada”, se acabó España. Ya no decidiremos cómo queremos vivir y cuáles son nuestras prioridades. Solo seremos una sociedad de “pagadores” sometidos a los mercados. Y ellos decidirán sobre la salud, la educación, la justicia y el futuro de nuestros conciudadanos. Y nuestros gobernantes solo serán ”vigilantes de seguridad” del poder económico internacional. Solo deberán asegurar a los “rescatadores” que pagaremos, además de controlar que nadie se mueva y que ni siquiera se nos ocurra rechistar… Y lo peor es que esto puede pasar mañana o pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario