"Te quiero pero no te aguanto"
"La mayoría hemos sido educados
para gustar y complacer a todo el mundo, o al menos para intentarlo. Sin
embargo, en el extremo opuesto, nos cuesta saber qué hacer cuando nos sentimos
incómodos ante una determinada persona o grupo. ¿Cómo rechazar a alguien sin
que se sienta herido? ¿Existe alguna manera de cortar un vínculo que se ha
vuelto tóxico sin provocar una guerra?
Lo que en un entorno social se soluciona con un alejamiento discreto y progresivo resulta mucho más complicado si
la ruptura implica a un familiar directo. La situación también puede ser
delicada si se trata de un amigo íntimo, especialmente cuando el otro no capta
nuestras señales. Pero en estas situaciones no debemos contener la incomodidad
que nos provoca esa persona por miedo a hacerle daño. Así solo alimentaremos un
conflicto latente. Llegará un momento en el que el pozo de la paciencia se
desbordará provocando un tsunami emocional.
Tampoco es buena idea mandarle un
e-mail o carta postal con todo lujo de detalles sobre lo que nos molesta
de él o de ella. Casi nadie está preparado para soportar una visión negativa de
uno mismo que no coincide con la propia. Si la bomba les llega por escrito,
además, siempre podrán volver a “la prueba del delito”, también para mostrarla
a terceras personas. Existen situaciones extremas, sin embargo, en las que nos
resulta indispensable expresar nuestros sentimientos por un medio u otro,
aunque la otra parte no esté preparada para oír la verdad. En estos casos, la
escritora y conferenciante Eva Sandoval propone soltar directamente la
siguiente frase: “Te quiero, pero no te aguanto”. La segunda parte de la
oración suena demasiado agresiva y quizá estaría bien recurrir a otras
expresiones más conciliadoras. Podríamos decir: “Te quiero, pero en este
momento no nos entendemos. Quizás más adelante volveremos a coincidir”. La
segunda opción podría ser: “Te quiero, pero esta relación no está haciendo bien
a ninguno de los dos ahora mismo. Necesitamos una pausa”. Si lo comunicamos de
manera sincera y respetuosa, no es necesario añadir nada más. Señalar las
faltas del otro equivaldrá a poner clavos en un cierre que ya de por sí es
traumático. Cuando los nervios están a flor de piel no hay que decirlo todo.
Basta con expresar cómo nos sentimos y transmitir de forma sencilla nuestra
decisión.
Trazar una línea de separación
con el otro es una tarea especialmente dura cuando se trata de amigos íntimos o de familiares muy cercanos.
Con esto, el también actor italiano apuntaba a que las personas más cercanas
son también las que tienen más capacidad para herirnos. La periodista Begoña
Merino, investigadora de las relaciones personales a través de Internet, opina
al respecto: “Hay familias con tal nivel de conflictos y de inconsciencia que,
aunque muchos consideren que hay que dejar pasar cualquier cosa —pagando un
enorme precio emocional— para seguir unidos, dejan una profunda huella negativa
en nosotros. Mientras esa relación tormentosa y dolorosa persista, seguirán
lastrando nuestro presente”.
Por muy delicados que seamos con la
gestión de la crisis, aunque pidamos a esta pareja, amistad o familiar una
pausa para retomar la relación más adelante, tenemos que estar preparados para
asumir el enfado del otro y sus consecuencias. Es inevitable que nos duelan los
reproches y acusaciones de aquellos a los que hemos querido, así como el
silencio con el que a menudo castigan a quienes rompen el vínculo. En el libro
Mindfulness & the Art of Managing Anger (el mindfulness y el arte de
manejar el enfado), Mike Fisher, terapeuta especializado en la ira, propone
técnicas para tomar el control de la emoción. El primer paso es que tenemos que
ser conscientes de lo que estamos sintiendo de manera que cualquier reacción
estará filtrada por este razonamiento. Esto no quiere decir que no podamos estallar
en cualquier momento. Pero, como todo en la vida, es necesario encontrar el
término medio. En este caso, hay que saber elegir el instante. Si lo que
queremos expresar se dice desde la serenidad y la reflexión, tendrá un efecto
muy distinto. Ya lo decía el monje budista Thich Nhat Hanh: “Los sentimientos
vienen y se van como nubes en el cielo un día de viento. La respiración
consciente es mi ancla”.
Para mitigar la tristeza y el
sentimiento de injusticia que nos puede embargar, es útil identificar desde
dónde actúa cada persona. Si representamos la evolución personal como una
pendiente, hay quienes nos hablan desde la sabiduría que otorga estar en lo más
alto del camino, mientras que otros reaccionarán de forma más primitiva y ciega
porque se encuentran mucho más abajo. Cada cual lo hace lo mejor posible desde
el lugar donde está. Por lo tanto, dejemos que cada cual recorra su propio
camino".
(Javier Miralles en El País Semanal, 06/08/17)
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