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sábado, 7 de noviembre de 2020

La filosofía y la actual crisis global

La filosofía se hace cargo de la actual crisis de nuestra sociedad (*)

Una crisis es en realidad una periodo de cambio y todo cambio abre un amplio abanico de posibilidades y nos da la oportunidad de abrir nuevos derroteros.

Toda crisis implica una situación de cambio y catarsis que provoca la necesidad de pensar. Cuando se interrumpe la vida normal (un divorcio, entrar en el paro, un cambio de trabajo, la desaparición de un ser querido …) se abre un periodo nuevo y es la oportunidad de realizar cambios en nuestra vida. Aunque a veces optamos por replegarnos en vez de enfrentar la situación y adoptamos una actitud pasiva al no asumir nuestra responsabilidad, cargando todas las culpas al Estado o a otras instancias abstractas. Es así como muchas personas se sumen en el pesimismo y el desaliento, no porque quieran sino porque el propio entorno las empuja. Están faltos de motivación tanto personal como socialmente. En España el "estado mental social" nos determina aún más que el estado mental personal y esto nos lleva a una filosofía equivocada en la que prima el miedo al fracaso. Y si este miedo es generalizado y se convierte en endémico, nuestro futuro se ve seriamente comprometido.

Ante esta situación es necesario diferenciar entre "nivel de vida" y "calidad de vida". Hay que reducir el nivel de consumo (consumo responsable) ¿Cuántas cosas que compramos nos producen verdadera satisfacción? Reducir el consumo no tiene por qué significar un descenso en la calidad de vida, sino que puede resultar todo lo contrario. Es urgente, entonces, profundizar en la pedagogía de la austeridad.

El inicio de este siglo fue testigo del incremento de los precios de las materias primas tras su abaratamiento en el período 1980-2000. Pero en 2008, este incremento  —particularmente, la subida del precio del petróleo — aumentó tanto que comenzó a causar verdaderos daños económicos generalizados, sobre todo en el Tercer Mundo.

En España la crisis ha surgido, como no podía ser de otro modo, por estos factores y ante esta situación todos piensan en seguir haciendo lo mismo que antes. Sin embargo hasta que no se cambie de mentalidad (de filosofía) no se abrirán nuevas perspectivas. 

Una de las principales consecuencias que tiene la crisis sobre la economía española es el fuerte crecimiento del paro. Durante el 2008 un gran número de empresas presentaron expedientes de regulación de empleo. El sector de la construcción fue uno de los más perjudicados debido al fin del boom inmobiliario y a la posterior caída de las ventas. Los efectos de la crisis económica también han tenido un fuerte impacto en el sistema financiero. Los impagos de numerosas empresas y particulares, junto a la mala gestión, ha llevado a la intervención de algunas entidades financieras por parte del Estado. La crisis también se dejó notar de una manera notoria en el funcionamiento de los servicios públicos: principalmente la sanidad, la educación, el sistema judicial, las políticas de vivienda, etc. 

En febrero de 2008 la inflación subió a niveles históricos en todo el mundo, sin embargo en 2009 el problema fue el inverso: el panorama económico apuntaba a la deflación, lo que llevó a fijar el tipo de interés  prácticamente en el 0%. Actualmente estamos en tasas de interés negativo. 

Mientas escribo estas líneas estamos próximos (a finales de octubre de este año) a la consumación de la segregación definitiva de Gran Bretaña de la Unión Europea (el llamado “Brexit”). Y aún no se sabe si será una salida pactada y respetando la normativa europea –que también había firmado el Reino Unido- o se impondrá una salida abrupta y sin acuerdo. Esta última alternativa, según los especialistas, tendrá unas consecuencias  catastróficas, no solo para los ciudadanos británicos, sino para toda Europa. 

A este panorama habría que añadir el fracaso de la política, la corrupción de la misma y la profunda crisis ecológica que nos aboca al cambio climático y al calentamiento global.

La causa principal de la crisis debemos encontrarla en el propio sistema económico internacional imperante, que se destruye a sí mismo y constituye una peligrosa maquinaria aniquiladora de consecuencias imprevisibles y que pueden ser catastróficas si no ponemos remedio a la situación que produce tantos desequilibrios en la sociedad y tantas desigualdades entre las personas.  

Períodos de crisis como estos, forman parte de la propia dinámica del sistema capitalista que no se detiene ni ante el hambre de millones de personas ni ante la destrucción del equilibrio natural del planeta. La inmensa mayoría de pobres que hay en el mundo siguen viviendo en la condiciones miserables que lo han hecho hasta ahora sin ser conscientes de que cuando les llegue la resaca de la crisis del mundo rico, sus consecuencias se verán reflejadas en una menor expectativa de vida, aumento de las enfermedades y creciente mortandad infantil. Lo cual significa que para la mayoría de la humanidad la crisis se traducirá en desolación y muerte. 

La crisis actual debemos interpretarla en clave de irresponsabilidad e insolidaridad, en muchos casos, responsabilidad culpable, criminal y suicida al mismo tiempo. Baste solo hacer un repaso de los sueldos de los altos ejecutivos de la banca y de las multinacionales, cuyos contratos blindados y su inmoral reparto de beneficios evidencian enormes injusticias, cuando en sus mismas empresas se están recortando personal y salarios mandando trabajadores al paro, sin salida a corto plazo. 

Llegados a este punto, hay que aclarar que solo he delineado las características principales de la actual crisis en el aspecto económico, y sin embargo he apuntado apenas sus consecuencias en otros ámbitos de la vida personal y social. 

Propuestas para el debate

El consumo responsable, fomentar nuevos hábitos de alimentación y de actividad física, la economía sostenible, las energías renovables, la reforma profunda del sistema educativo, la eficacia del sistema sanitario. la urgente y necesaria reforma del sistema judicial y el funcionamiento de la justicia. Propiciar la vuelta al campo y a las pequeñas ciudades, la vivienda de alquiler, los cultivos ecológicos...

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* Ver: AGÜERO MACKERN, Eduardo, Filosofía y Terapia, Visión, Madrid, 2019 (pp.73-76).


2 comentarios:

  1. Los poderes fácticos me parece que no están dispuestos a parar la máquina, pero habrá que luchar por ello.Tendría que haber una castástrofe de muchísima mas embergadura para todos esos cambios, en el momento actual me parece una entelequia y no quiero pecar de pesimista.

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  2. Indudablemente que los poderes facticos no piensan parar la maquina sino apretarnos aun mas.Y no creo sea pesimista decirlo,sino mas bien,realista.

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