Epicuro
intenta devolver la simetría a los seres del cosmos más allá de
otros universos conceptuales donde se instaura el antagonismo y la
diferencia jerárquica de lo múltiple. Crea una ámbito para la
igualdad entre los diferentes seres al pensar un cosmos donde existe
un mismo fundamento y misma meta para todos.
Uno de los
aspectos más bellos del pensamiento de Epicuro (y desde donde yo lo
interpreto) gira en torno a la duda que nuestro filósofo
acepta como principio de causalidad desde el cual el conocimiento
crítico se emancipa del mito. Es desde estaa perspectiva desde
donde Epicuro no buscará una verdad absoluta y señalará la
necedad de esta búsqueda de una explicación siempre imposible y
totalitaria a todo lo que acontece.
El hombre
será capaz de encontrar en la duda un apoyo para emanciparse de la
tiranía del Todo y obtendrá a cambio, una verdad fruto del
razonamiento crítico y plural. Una actitud crítica que permitirá
al ser humano rechazar como imposible una verdad absoluta -un saber
más allá de toda duda.
La duda es el
epicentro del conocimiento científico. Epicuro se nutre de la duda
para acercarnos a la realidad más posible sin aspirar a conocer la
realidad en su totalidad negando un fatum divino y arrebatando
a los hados la libertad al otorgándosela al ser-humano.
Negar la
posibilidad de una verdad absoluta no significa ningún tipo de
esquizofrenia en relación a un Yo incapaz de sentir la realidad,
sino que significa aceptar y disfrutar de lo que quizás acontezca o
de lo que quizás no llegue a ser, disfrutar de aquello a lo que
aquí y ahora no podemos todavía dotar de un
significado.
Las
enseñanzas de Epicuro se contextualizan en una paideia que
se aparta de la de sus predecesores y también de aquellos que siglos
después se erigirán como los nuevos sabios, sabios ya convertidos
en teólogos, donde el éxtasis y lo sublime ocupará el lugar que
dejará la reflexión crítica y plural.
Es en esta
paideia donde Epicuro renuncia a la poesía como arte para la
enseñanza.
La renuncia de
Epicuro a la poesía no es solo un argumento estético, sino que
considera que el lenguaje debe atenerse al sentido primero de las
palabras y desconfía de este arte donde las palabras se endulzan y
fácilmente inducen al error en su interpretación.
Pero yo opino
que la desconfianza de Epicuro hacia la poesía guarda un miedo aún
mayor y una advertencia de las consecuencias que supondría una
estetización de la filosofía. Hay lecciones que han de ser
enseñadas sin ningún adorno, al igual que para Epicuro también
había males que era mejor no evitar.
Epicuro es
consciente de la capacidad ontológica del lenguaje y por ello de la
vital importancia de nombrar bien. La palabra no es un agente neutro
, sino portadora de memoria y con capacidad para moldear la realidad,
tanto la que existió, como la que llegará a acontecer y también
aquella otra que simplemente es o fue posible.
Creo que
Epicuro quizás temía la utilidad que podía tener la percepción
sensorial del lenguaje emocional de la poesía. Con la poesía, y a
través de un lenguaje endulzado bien podía exponerse el ser
humano a una paideia donde la enseñanza moral no estuviera
influenciada de manera directa por la reflexión, sino por las
afecciones que surjan de palabras previamente escogidas con sumo
cuidado para que provoquen en nosotros una reacción determinada a
la espera de que surja una preconcebida postura moral. Postura moral
ya ajena a toda reflexión, dando lugar a una comunidad ética
donde la ley ya solo salvaguardará el orden establecido, una
comunidad ética donde lo plural queda marginado.
Esa comunidad
ética queda lejos del “estado de derecho” que existía en el
Jardin, donde el individuo tenía el derecho de ser libre y feliz,
lejos de destinos tiranos, lejos del antagónico Todo, un jardín
donde se disfruta la diferencia y la felicidad.
(Aportación de Alejandro Villar, miembro de nuestro grupo, para la reunión del próximo 26/10)
(Aportación de Alejandro Villar, miembro de nuestro grupo, para la reunión del próximo 26/10)
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