El camino de la búsqueda
está marcado por la esperanza, pero es importante no confundir
esperanza con fantasía. La esperanza implica desear, tender hacia algo posible.
Si uno considera imposible alguna meta u objetivo jamás podrá alcanzarla. El
creer que nuestras metas pueden hacerse realidad son una componente fundamental
de su posibilidad. De ahí la importancia de desear lo posible o ver como
posible lo que se desea.Hay que plantearse metas posibles y a partir de ahí
luchar por ellas. Este es el camino de la esperanza.
No es lo mismo
tener esperanza respecto de uno mismo que en relación a los demás. Y esta
actitud abierta y esperanzada hacia los demás, solo puede surgir de un
sentimiento profundo de esperanza individual. Solo podemos creer en los demás
si creemos en nosotros mismos.
La esperanza como sentimiento
personal tiene que ver con los sentimientos de autoestima y confianza en
uno mismo. De ahí la importancia de fijarse metas posibles. Porque de este modo
cosecharemos resultados que a su vez aumentarán más nuestra estima. Plantearse
metas imposibles nos aboca al fracaso. Y plantearse continuamente este tipo de
metas nos llevaría a la frustración continua o, incluso, a la desolación. De
ahí la importancia de realizar una crítica de nuestra propia filosofía personal
y a partir de ahí construir una filosofía de la esperanza que nos oriente en la
consecución de nuestras metas y nos permita conseguir resultados y de ese modo, ser conscientes de que somos
capaces de perseguir fines posibles y realizables. Y en esto consiste, ni más
ni menos, el camino de la felicidad y esta es la
filosofía práctica que pretendemos y a la que os invitamos.
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