Epicuro funda el Jardín
en Atenas cuando la cultura griega se encuentra en declive respecto
de su época dorada. Por lo cual podríamos caracterizar a la
filosofía que allí se cultiva como una Filosofía de la Crisis. Esta
es una filosofía del
individuo, quien es el sujeto del placer y del dolor. Se trata de
liberar a este del sufrimiento para luego permitirle alcanzar el
placer. La misión de la filosofía según Epicuro será ante
todo terapéutica. Habrá que sanar la enfermedad del alma y enseñar
al ser humano a vivir el placer. Previamente será necesario
practicar una ascesis de los deseos para poder encontrar el
verdadero placer, evitando ciertos placeres en los que los hombres
encuentran la insatisfacción y el dolor (porque estos placeres son
insaciables). De lo que se trata es de potenciar el placer “en
reposo” que es un estado de equilibrio. El estado del cuerpo
sosegado y sin sufrimiento.
El
placer como supresión del sufrimiento es un placer absoluto. Gozar
de uno mismo y de su propia existencia. Esto implica un especial
estado de tranquilidad del alma y ausencia de perturbación.
En
realidad, el único placer verdadero es el simple placer de
existir. Toda la desdicha, toda la pena de los hombres, procede del
hecho de que ignoran el verdadero placer. Una fuente de gozo que está
al alcance de todos: “Gracias sean dadas a la Naturaleza que hizo
que las cosas necesarias sean fáciles de obtener y que las cosas
difíciles de alcanzar no sean necesarias”.
La felicidad consiste en
tomar conciencia de lo maravilloso que hay en la existencia. La
existencia considerada como puro azar, por eso debe ser vivida
totalmente y como una maravilla única. Hay que darse cuenta de que
la existencia -inexorablemente- no tiene lugar más que una vez por
tanto, hay que festejarla en lo que tiene de irremplazable y único. En el filosofar se
encuentra la felicidad, ya que surge de una actitud en cuyo acto
mismo de ejercerla está la felicida. Filosofar no es un
medio, es un fin en sí mismo. “En el ejercicio de la filosofía,
el placer va a la par con el conocimiento. Pues no se goza después
de haber aprendido, sino que al mismo tiempo se aprende y se goza”.
Al hilo de esto nos surge una pregunta ¿Qué significa actualmente el Jardín de Epicuro? Profundizar en esta
filosofía pueda darnos algunas pistas. La época de crisis tienen su
similitudes. Cuando se degradan y desmoronan los sistemas sociales
que cobijan a los individuos, solo estos por sí mismos pueden
emerger de la postración. La revolución de los individuos por sobre
las contradicciones de un sistema que instaura la desigualdad, la
pobreza, la dominación por parte de los poderosos - en definitiva-
la infelicidad.
Los seres humanos
individuales y concretos tenemos derecho de vivir nuestra existencia
en plenitud. Las personas estamos por sobre los sistemas. Una
sociedad de individuos libres emerge desde su fundamento: la
conciencia plena de que en la vida de cada uno -en el goce de la
existencia- está la felicidad y que esto nadie nos lo puede
arrebatar. Y mucho menos una abstracción perversa como son los
mercados y los estados guardianes al servicio de estos.
La revolución del
individuo no se sitúa al margen de la política, sino que desdeña
la actual organización política en la que priman lobbys de poder
(los partidos mayoritarios), que están al servicio del poder
económico que los subvencionan.
El jardín de Epicuro... que magnífico lugar. ¿Dónde está el jardín de Epicuro? ¿Qué muros hay que saltar para entrar en ese vergel? ¿Tras qué matorrales se oculta?
ResponderEliminarMe parece entrever que todo aquello que oculta el deseado jardín es mi propio pensamiento que se enreda, mi propio yo envuelto en kilométricas cintas de pensamientos falsos, de creencias infundadas... Aquello que me oculta el jardín de Epicuro hoy, es todo aquello que me impide reposar en mí. ¿Seré yo la respuesta? ¿Será qué no tengo que ir a ningún lugar, ni viajar infinitamente alrededor de diferentes universos? ¿Será que sólo tengo que descubrir-me como quien descubre una obra de arte?
El verdadero placer al que nos invita Epicuro entiendo que es el placer de saberme en mi centro, en mí-mismo y desde ahí mirar; entonces, el mundo siendo el mismo ocupa su verdadero lugar y se descentraliza. Y yo, silente, puedo descubrir los entresijos del conocimiento verdadero.
El mundo es lo que es y lo que viene siendo a lo largo de la historia, un juego de espejos, una confrontación de opuestos, la caverna platónica, allá en sus profundidades ¿qué hacemos entonces y, sobre todo, desde dónde vamos a hacer lo que queremos hacer?
Si entramos en el juego de los espejos nos perdemos entre los reflejos y las sombras, hasta que finalmente entre placeres banales se impone el sufrimiento. Sin embargo, nos cabe aún la posibilidad, como Epicuro, de replegarnos en nuestro interior, de ver hondamente nuestra propia naturaleza y desde ahí, entregados a la genuina respuesta que de nosotros nazca, actuar.
Tal vez hoy no podamos ocultarnos tras muros de piedra, la información a través de las nuevas tecnologías conquista hasta el último hueco y te salpican olas de opiniones, una aparente realidad enemiga nos reta y nos tienta todo el tiempo, sin embargo sí podemos encontrar nuestro verdadero jardín, que está tan cerca de nosotros que no hay que ir a ningún sitio solamente mirar en el lugar adecuado. Ese mirar es filosofía, que no “es medio sino fín” y en dulces susurros y sin presiones nos muestra, respetando nuestro ritmo, las verdaderas profundidades de la vida.
Un fuerte abrazo.
Silvia
¡Vaya texto! Coincido contigo. Hay que mirar en el lugar adecuado... Y ahí lo encontraremos. En nuestra vida cotidiana. En nuestro interior. Solo hay que saber dirigir la mirada. En la filosofía clásica, una de las acepciones de la "verdad" es "corrección de la mirada ("orthótes"). También "alétheia" (verdad como "desocultamiento").
EliminarGracias querida Silvia por acompañarnos en el camino.