Deseo practicar una filosofía viva, incardinada en la realidad e -incluso- en la cotidianidad. Una filosofía comprensible para todos y por tanto muy exigente, situada más allá del discurso meramente académico. Aunque esto no significa que proponga una divagación improvisada, sino que pretendo que fundemos nuestras reflexiones en atentas lecturas de los textos filosóficos -tanto actuales, como clásicos. Nuestra tarea será estrictamente filosófica, pero nuestros resultados siempre tendrán que pasar “la prueba de la realidad”. La filosofía debe servir para vida. Es más, la filosofía debe orientar y dirigir nuestras vidas -nuestra existencia- en el largo y a la vez corto camino que nos conduce a la felicidad (aunque otra cosa sea lo que entendemos por “felicidad”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario