Creía Aristóteles que sabios no son los que más sabiduría llegan a atesorar, sino aquellos que tienen como virtud la prudencia. En algún momento del camino, decidimos cambiar esa prudencia por la perversión de esta virtud: la audacia. Mientras un hombre prudente nunca arriesgará la felicidad del otro, el hombre audaz nunca tendrá en consideración tal norma moral. Desde esa pequeña brecha hasta el abismo utilitarista de nuestros días, recorremos un camino que nos dota de una moral que tiene como característica la ausencia del otro y ¿Se puede ser moral sin tener presente al "otro"? Todos los días vemos surgir normas que no tienen como fin la inclusión del otro en nuestro imaginario, sino la de mantenerlo alejado.
Bertolt
Brecht lo sintió y nos advirtió de manera maravillosa acerca de esto: "Primero se llevaron a los
comunistas, pero a mi no me importó porque yo no lo era; enseguida se llevaron
a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era; después
detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy
sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde".
Recuperar
la capacidad de sentir plenamente al otro, implica un ejercicio de reflexión
por el cual nos situaremos activamente, en una posición que, de la
cual, de alguna manera, nos era desconocida. Somos -al igual que Aristóteles y
al igual que B. Brecht- unos metecos, unos exiliados de nuestra condición
de esclavos, pero a diferencia de ellos nosotros todavía tenemos que
asumir dicha condición. Asumir
nuestra condición de todo aquello que bellamente expresa B. Brecht en el poema,
no significa nuestra cosificación en una categoría determinada, significa un
horizonte de posibilidades desde donde juzgar y obrar correctamente, desde
donde recuperar la voluntad libre.
Ya no podemos, al menos ya no inconscientemente, ver al otro como a un extranjero, un inmigrante, un paria, un exiliado, un perdedor. Ahora sabemos que, pertenecemos a ese "otro". Nuestras acciones adquieren de este modo una perspectiva moral de la que carecían anteriormente y en esta nueva dimensión moral surge Kant y su "prudencia práctica" que, al igual que la sabiduría Aristotélica, o la experiencia de B Brecht, también hoy es denostada y pervertida en este mundo utilitarista. "Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio" Ignoro cuales serán las acciones correctas a seguir en nuestra intención de dejar atrás este mundo utilitarista, pero sin duda creo que ese mandato kantiano nos sería de ayuda.
ALEX VILLAR
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