Eduardo Agüero Mackern: La Filosofía de la felicidad
“Los interrogantes los encontramos en nosotros mismos, de ahí la importancia de mirar a nuestro interior. La Filosofía practicada de esta forma es también por si misma terapéutica. Y, como filósofos, lo único que necesitamos en nuestros caminos hacia la felicidad es ejercer como tales” E.A.M.
Muchos en lo ancho y enorme del mundo, sostienen todos los días la esperanza de una existencia mejor. A esa situación se le agregan deseos de poner en marcha efectivos mecanismos de supervivencia, que ayuden a capear temporales. Y que sirvan para animar una evolución bombardeada por conflictos que generalmente provienen de fuerzas externas, lejos de nuestras posibilidades de corrección.
El ser pensante se debate como en arenas movedizas. No encuentra una salida, un fortalecimiento, para continuar navegando, sin naufragar, en el océano de los días.
Necesita de algo que existe, pero, lejos de su conocimiento. No es un prodigio. Tampoco un milagro. Y menos, un axioma de la ficción. Es volver a las fuentes. Por medio de ideas con luz propia. Despojadas de duros sistemas. Claro que las preguntas llegan rodando con su andamiaje de dudas. Y el repiqueteo se descuelga: ¿Existe la Felicidad? ¿Es una utopía? Quienes sostienen que ese estado de gran excepción es una entelequia son los mismos que formulan la imposibilidad de una felicidad en estado permanente. Entonces, si es así, ese éxtasis, que nos pertenece, llega a nuestras vidas. Pero son sólo instantes. Breves sensaciones de alegría, plenitud, reconocimiento, amor. Pasan, a vuelo de aves migratorias, sobre las ínsulas de nuestras almas.
¿Cuál sería la definición que nos permita llegar a la plenitud, para atesorar esas cosas simples?
¿Cómo aprender a valorar nuestros actos, enaltecerlos, restituirles la entidad que la monotonía les va vulnerando?
Eduardo Agüero Mackern es un hombre del presente, estrictamente contemporáneo. De este último concepto deriva su comprensión de la difícil realidad. Con formación académica de excelencia y sensibilidad, avanzó, con pensamientos que él define como “La Filosofía de la No-Respuesta”.
Concretamente, cerró puertas y rejas áulicas y entró al mundo de la gente, de lo cotidiano, del amor simple, del amor bello, con su propia Filosofía. Algo nuevo, entendible, con pautas dúctiles. El gran descubrimiento de quienes ambicionan logros para una vida mejor.
A través de esta mutación de la Filosofía, una de sus características, es factible llegar a un atalaya. Desde ahí vemos el paisaje de nuestra interioridad. A veces, opacado por negros nubarrones. El profesor Agüero Mackern nos indica un camino con etapas, para nada imposibles de concretar. En ellas, la ley del sol les confiere a las flores internas, la belleza que sólo el astro puede otorgar.
Vivir a pleno. Cancelar los miedos. Sentirnos fuera de un destino trágico, como el de los personajes griegos, inexorablemente condenados al sufrimiento, a la resignación de lo inevitable. Dejar de caminar la vida con los ojos casi cerrados. Cortésmente, con una inclinación de cabeza, cederle el paso, rumbo hacia el país de la nada, a lo negativo con que intentan anularnos. Sonreír sin máscaras. Despertar a la voluntad, minimizada por el tedio. Abolir el menoscabo de otros, esos de más abajo, o de al lado, que con picas de envidia, intentan escalar nuestras almas. Insuflarle aliento al respeto, hoy casi una sombra y al honor, ambos nacidos de lo más sagrado del hombre. Permutar como en alegre cambalache, gélido olvido por memoria con afecto, indiferencia por un saludo y una grata palmada, tristes sueños en vigilia, por recibir a las mañanas como a la primera y, a la par, la última, así de intensa.
Algunos desearían lograr con la naciente Filosofía de Agüero Mackern algo o todo de lo anterior. Otros ansían retornar al encanto de lo simple. No faltarán aquellos que encaren un ambicioso proyecto, casi transformarse en otro ser, mejor, satisfecho, abierto al cambiante mundo que nos toca.
De lo que no se duda es que la obra de este adorador de la vida, es multifacética. Apta para diferentes senderos. Esos, circulares, que se abren y cierran en sí mismos.
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*Periodista y escritor mendocino. Publicado originalmente en el Diario LOS ANDES, Mendoza, Argentina, agosto de 2018.
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